Último día en la fascinante ciudad de Amsterdam. Un paraíso para los fotógrafos con un montón de rincones para inmortalizar.
A las 9.15 estábamos en recepción, para hacer el check-out, importante hacerlo antes de las 10.00 para que nos devuelvan a cada uno los 5,00€ de depósito y además a provechar a desayunar. Nuestro autobús salía a la noche, así que no hubo problema en dejar las mochilas en la sala de equipaje. Eso si, ellos no se responsabilizan de nada. La puerta de las mochilas estaba siempre abierta.
Comenzamos el último día, visitando primero el Merado de las Flores (Bloemenmarkt), comprando recuerdos, acabando en la Munt Plein. Aquí podemos ver la Torre Mint (Munttoren) que formaba parte de una de las compuertas de la ciudad y fue construida entre el 1480 y el 1487.
Mucha de la información que recopilé para este viaje la obtuve del blog Visitar Holanda, donde aconsejaba visitar el centro comercial Kalvertoren, para disfrutar de unas bonitas vistas de Amsterdam. Desde la Munt Plein, buscamos la calle Kalverstraat y accedimos al centro comercial. A pesar de ser domingo no hubo problema. Subimos en ascensor hasta la última planta, donde está la cafetería, que tiene dos pisos. Se puede subir al segundo, donde están los baños y sacar fotos, a pesar que tiene que ser desde el otro lado del cristal. Tomamos unos chocolates calientes, que en realidad son nesquick y una Coca-Cola. 2,60€ cada uno. La verdad que no es muy barato.
Desde aquí seguimos toda la orilla del Canal Singel, hasta llegar a Leliegracht. Cruzamos el puente y continuamos de frente. Aquí buscábamos la Casa de Anna Frank (www.annefrank.org). No encontramos ningún indicador, pero yo estaba buscando por la calle alguna casa que tuviera un aglomeración de gente haciendo cola. Y efectivamente, siguiendo esta táctica la encontramos. El interior del Museo ha sido remodelado en 1999, con la incorporación de la casa de al lado donde se ubicaba la empresa de Otto Frank. Al lado encontramos la iglesia Weterkerk que con 85 metros es el más alto de Amsterdam y junto a la que hay una pequeña estatua dedicada a Anna.
Desde aquí retomamos el camino de vuelta, porque se acerca la hora de comer y queremos probar unos restaurante italianos que hay cerca del hotel donde todos los platos del menú cuestan 5,00€. La calle en cuestión se llama Leidsekruisstraat, cercana a Leidse Plein. Entramos en el Ristorante Venezia Amsterdam. Pedimos un poco temerosos de que las raciones a ese precio fueran escasas y de mala calidad. Pero todo lo contrario. Salimos encantados. Buenas raciones, buen trato, buen sabor. Si lo llegamos a saber, hubiéramos venido a comer aquí antes. En la carta te ponen unas condiciones: obligatorio pedir bebida, no sirven agua de grifo y pagar todo junto. Al final nos salió comida + bebida por 7,50€. Aconsejo 100% esta calle y concretamente el restaurante. Puede ser un lugar ideal si estais Museum Plein o os alojais en el mismo hotel que nosotros.
En esta misma calle hay un club de jazz donde ponen música en directo todas las noches Bourbon Street (www.bourbonstreet.nl). Y por esta misma zona, nos paramos a comprar unas postales y recuerdas en una tienda de arte Art Unlimited (www.artunlimited.com), que la verdad no era muy barata pero si original.
Seguido fuimos al hotel a recoger la maleta y visitar por última vez algún coffee shop para hacer tiempo hasta que a las 21.30 cogi el autobús destino Bruselas. Tuve muchísima suerte, el autobús llegó 30 minutos antes a la Gare Central y pude coger el último tranvía. De lo contrario, tendría que haber ido andado o coger una bici, como alguna vez ya he tenido que hacer.
Y hasta aquí nuestra aventura por tierras holandesas.
Sin duda volveré, pero en otra época del año. Visitar una ciudad bajo la lluvia no es la mejor opción. Y hacer turismo se convierte en visitas a bares, museos (si tienes dinero y ganas de gastar) y mojarse.
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